La presidenta andaluza conmina a los portavoces de su Gobierno y de su partido, así como a los cuadros medios, a no entrar en el cuerpo a cuerpo con el exlíder socialista Pedro Sánchez. Intenta que Sánchez vuelva a ser cuanto antes un militante del PSOE anónimo del que nadie se acuerde.
Además, Díaz no quiere prestarse a aparecer como la candidata del aparato frente a un Sánchez que habla por la militancia. Menos quiere aparecer como una de las principales impulsoras del golpe de Ferraz que ‘logró’ para todos los españoles otros 4 años de Rajoy en la Moncloa, trabajando en equipo la Susana con el González, la oligarquía y los otros barones
SEVILLA.- Susana Díaz quiere dejar en nada la candidatura de Pedro Sánchez mucho antes de que se celebren las primarias para elegir al nuevo secretario general del PSOE, no antes de la primavera de 2017, según sus cálculos. Lo hará sumergiendo al ex secretario general en el olvido. Al enemigo, ni agua. Díaz no consiguió a la primera (golpe de Ferraz del 1 de octubre) rematar al odiado rival como pretendía, pero lo hará ahora dejando pasar el tiempo.
La presidenta andaluza cree que lo que fortalece las opciones de Sánchez es precisamente presentarse como alternativa necesaria al aparato, esto es, rival directo de la propia Susana Díaz, que es quien controla la gestora que ahora dirige el PSOE, que funciona de forma manifiestamente ilegal y ejerciendo irregularmente de mayor cargo institucional del partido.
El planteamiento de la cacique andaluza lo repiten sin cesar sus palmeros en la comunidad autónoma:
“Sánchez quiere retar a Díaz de igual a igual, pero ya no están en el mismo plano de igualdad, él está por debajo, y la presidenta no se va a prestar a ser el archienemigo del autoproclamado héroe de la militancia socialista. Ese relato lo va a escribir él solo si quiere”, dice una persona cercana al círculo de la presidenta de Andalucía. Es llevar a la práctica aquello que dice que «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio». Y Díaz no hará caso de las voces de la militancia, ni de los 5,5 millones de votantes socialistas traicionados en el sentido del voto. Confía en el paso del tiempo para que se olviden sus golpes y maniobras. La jugada le salió bien en 32 golpes de menor cuantía en el pasado para hacerse con el poder de agrupaciones en Andalucía.
Díaz ha pedido a los portavoces de su Gobierno, de su partido y a los cuadros medios que no entren en el cuerpo a cuerpo con Sánchez, que no repliquen sus críticas ni entren a valorar ahora las primarias. Someterá a Pedro Sánchez, a quien adoran las bases por mantener los principios socialistas y defender el ‘No a Rajoy’ hasta las últimas consecuencias, al ostracismo más absoluto. Los medios de comunicación, pertenecientes al área de influencia del PP, le harán de comparsas sin ningún problema.
La andaluza pretende que el exlíder del PSOE se desgaste en el silencio, “lanzando ganchos al vacío”, mientras ella se resguarda en la gestión de la Junta, el discurso institucional y en la estrategia para reconstruir el PSOE. (Gestión de la Junta que por cierto tampoco le está saliendo muy bien. Los andaluces empiezan a ver claro que las políticas derechistas con Ciudadanos y las privatizaciones de la Díaz no son precisamente de naturaleza socialista, y pese a las redes clientelares alimentadas por décadas nunca ha sido tan fuerte el PP en la región: ¿para qué vas a votar a Díaz si puedes hacerlo por el original?)
Pedro Sánchez ya no se mide con Susana Díaz, porque no está a su altura, así de despectivos se muestran los golpistas en su planteamiento.
El primer ejemplo del desdén con el que la presidenta de Andalucía sorteó la volcánica ofensiva de Pedro Sánchez durante la entrevista en Salvados -donde acusó a Díaz de deslealtad y de tener al PSOE rehén de su agenda personal- lo dio en su primera aparición pública tras la polémica entrevista. La presidenta de la Junta esquivó todas las preguntas sobre si plantará cara a Pedro Sánchez en las primarias para liderar el partido, con la clara intención de “no dar por hecho que Sánchez llegará a las primarias”. O sea, que solo ella puede aspirar y mantener ese trono. Como los Borbones, le pertenece casi desde su nacimiento, desde que daba sus primeros pasos torticeros de adolescente para trepar en el aparato socialista andaluz conspirando aquí y allá. Muy a lo Susana Díaz desde el inicio.
Como incluso ella tiene algo de humano, Díaz no se resistió a lanzarle dardos a su rival Sánchez, asegurando que no es el momento de proyectos “personalistas”, sino de “reconstruir el PSOE, autónomo de la derecha y autónomo de Podemos”. El único proyecto personalista que se admite es el de la propia Gusana, of course, dónde vas a parar. Cómo se le ocurre a Sánchez hacerle sombra.
El partido morado, de Madrid hasta Andalucía, identifica a Susana Díaz como la dirigente “más de derechas del PSOE”, un diagnóstico cien por cien acertado.
Díaz se jacta a diario de haber frenado el sorpasso y de tener a Podemos arrinconado en la oposición como “tortolitos del PP”. Se le olvida que ella se sostiene gracias a la derecha tanto o más reaccionaria que el PP, la de Ciudadanos.
Díaz siempre va de la mano con la derecha y paradójicamente hace la oposición más férrea al otro partido de izquierdas, el de Pablo Iglesias, al que siempre lo ha calificado como un partido “populista y radical”, y siempre ha sido reacia a buscar o aceptar acuerdos con ellos. Pepera pura en sus comportamientos, políticas y actitudes, aunque nunca lo reconocerá de boquilla.
Siempre que ha podido, ha tumbado las propuestas de Podemos en el Parlamento, por muy similares que fueran a las del PSOE. Lo suyo son recortes y privatizaciones estilo PP.
Como la aguanta la derecha en Andalucía, la baronesa andaluza, al contrario que sus homólogos en Aragón, Extremadura, Castilla La Mancha y Comunidad Valenciana, no se siente presa de las directrices de Iglesias, y puede denostar a diario a la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, de quien le separa una cómoda ventaja de 32 escaños.
Pero eso sí, se le llena la boca a la Díaz hablando de izquierdas. “Sólo si el PSOE lidera una mayoría de izquierdas, deja de gobernar la derecha en este país», señaló Susana Díaz. Y luego, como hemos dicho, va y pacta de mil amores con la derecha. Todo coherencia, la sultana facha que les ha salido cual grano en el culo al PSOE andaluz.
Durante la entrevista en el programa Salvados, Pedro Sánchez cambió drásticamente de registro, pasando de la crítica dura a Podemos a las alabanzas y la complicidad. Lo cierto es que va bien encaminado. Desde los infaustos tiempos de Zapatero y Rubalcaba, en que los socialistas viraron gradualmente a la derecha, no han dejado de perder millones de votos.
El PSOE necesita con urgencia la vuelta a la izquierda, deshacerse de sus rancios líderes de derechas, y abrir las puertas del partido a jóvenes menores de 45 años, dejándoles opinar y no manteniendo el aparato similar a Politburó soviético que ahora controla con total oscurantismo la gestora ilegal puesta a dedo por la Susana, el Felipe, el de Prisa, el otro de Telefónica, y así unos cuantos jerarcas más.
La sevillana no quiere entenderse con Podemos, porque está convencida de que el único objetivo de este partido es “destruir al PSOE”. De lo que no se da cuenta la Gusana, porque ella de maniobras geoestratégicas en políticas anda ayuna, lo que aprendió son los ganchos traicioneros en las peleas de barrio, es que si los partidos de izquierda no cooperan entre sí, el PP tiene garantizada la hegemonía sin rival durante más de una década. Eso sí que lo entendió Sánchez.
Los socialistas andaluces dijeron desde el principio ‘No’ a Rajoy, antes incluso de considerar que esa opción les llevaba a abstenerse en la investidura para facilitar el Gobierno a Mariano Rajoy. El coste era alto, la presidenta andaluza lo sabía, pero la alternativa era reconocer a Podemos autoridad y compartir de igual a igual el espacio de la izquierda. Díaz no es un genio en eso de medir las consecuencias de sus arbitrariedades a medio y largo plazo. Ahora se empeña en darle el remate al PSOE, siempre y cuando ella llegue a reinar oficialmente en Ferraz, lo demás no le importa demasiado.
En su alocada megalomanía, sustentada por sus muchos palmeros comprados, Díaz pretende barrer al partido morado del mapa político, o al menos de los márgenes de la izquierda, que reivindica mayoritariamente para su formación. “Sólo si el PSOE lidera una mayoría de izquierdas, deja de gobernar la derecha en este país. Hay que redefinir un partido socialista de amplias mayorías”, dijo el miércoles. Seguro que lo logra después del esperpéntico golpe de Ferraz, seguro.
Mucho antes de que Pedro Sánchez ensalzara a Podemos, reconociéndole un trato de igual a igual con el PSOE, la presidenta de Andalucía había cuestionado interna y públicamente el discurso y la estrategia del entonces líder socialista que parecía querer “podemizar” al PSOE, emulando “estilos, propuestas, pero sobre todo postureo”, llegó a decir. Díaz llama ‘postureo’ a que el partido tenga mayor democracia interna. Ella prefiere los fascismos cerrados, donde solo haya una voz: la suya.
Si nadie se lo impide, y sigue habiendo tantos del aparato socialista ansiosos de conservar las prebendas y mamandurrias a las órdenes de la gusana en jefe, en primavera el PSOE ya podrá ser rebautizado en justicia. El nombre de PPDOS le quedará mucho mejor.
Origen: Susana Díaz quiere desactivar la candidatura de Pedro Sánchez | Diario Público