El piloto asturiano de Ferrari Fernando Alonso terminó en tercera posición en el Gran Premio de Japón de Fórmula 1 y mantiene sus opciones de ser campeón del mundo, en una carrera en la que exprimió al máximo su F10 pero nada pudo hacer ante el empuje de los Red Bull de Vettel y Webber, primero y segundo respectivamente. Hay sin embargo, un dato claro: Alonso ha resucitado en las últimas carreras. Viene de muy atrás, de un profundo pozo de años, pero está saliendo con fuerza. En su casa nunca le enseñaron el significado de la palabra ‘rendirse’. Gracias a Dios. Porque ahora la Fórmula 1 vuelve a ser todo un espectáculo para los españoles.
¡Milagro, resucitó!
Fue el pasado 11 de julio, justo cuando España ganaba el Mundial de Fútbol, que Fernando Alonso lanzó su propio órdago: «Vamos a luchar por el título».
Tres podios en diez carreras que llevaba, 47 puntos de distancia con el líder (Hamilton) y sin muchos que confiasen en el F10 para la hazaña. No estaba la cosa para tirar cohetes.
Alonso es de lo que creen que ni la buena ni la mala suerte es eterna, en la vida todo va en rachas, y a él ahora le tocaba una excelente, después de los tiempos negros. Todo su equipo se conjuró con él para la epopeya que proponía.
Y empezó a girar la rueda de la fortuna. Al principio un poco forzada en Alemania, donde ganó porque la escudería apostó por él en lugar de por Massa. Fue su paso del Rubicón. Desde entonces, ha estado en el podio en cinco de las seis últimas pruebas, y de ellas dos en lo más alto.
Todavía le saca Webber 14 puntos y está empatado con Vettel. Para Fernando Alonso es cuestión del día a día. Un día llegar al podio, al siguiente también, y al siguiente, y al siguiente… Y esperar el despiste del contrario, el pequeño error que cree que se producirá. En ese momento el Alonso de siempre confía en saltar como un tigre hasta la primera posición de la clasificación general. Creer es poder. La escudería austríaca no sabe lo que se le viene encima.