Sánchez sale en busca de las bases socialistas para refundar el PSOE
Juan M. Zafra
11 de noviembre de 2016.
«Cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España y escuchar a quienes no han sido escuchados: los afiliados del PSOE y los votantes de izquierdas de este país», anunció Pedro Sánchez, exsecretario general de los socialistas y exdiputado, en su comparecencia tras renunciar al escaño.
Tendrá que hacer miles de kilómetros alejado de los focos del Parlamento, con el aparato socialista a la contra y después de haber sido desfenestrado por la vieja guardia socialista -Felipe, Rubalcaba, Jáuregui, Blanco..-, los barones liderados por la presidenta andaluza Susana Díaz y los arribistas de viejo y nuevo cuño representados por el presidente y portavoz parlamentario del PSOE, Antonio Hernando.
El empeño de Pedro Sánchez puede suponer otro fracaso personal o un paso adelante en la recomposición de la socialdemocracia entorno a los socialistas.
Su carácter peleón, su experiencia como negociador en situaciones de conflicto y, sobre todo, el apoyo que está recibiendo de la militancia -expresado a través de las redes sociales y en las firmas recogidas por el alcalde de Jun- le otorgan un voto de confianza en el futuro. No en vano, Sánchez se definió como «el candidato de la carretera» cuando en julio de 2014 consiguió la secretaría general del PSOE tras haber recorrido 45.000 kilómetros para lograr el apoyo de los militantes en una carrera que inició en Don Benito (Extremadura) en diciembre de 2013.
Su carácter peleón, su experiencia como negociador y el apoyo que está recibiendo de la militancia -expresado, sobre todo, a través de las redes sociales y en las firmas recogidas por el alcalde de Jun- le otorgan un voto de confianza en el futuro
El paso del tiempo jugará en contra de Sánchez, considerado ya como el Corbyn del socialismo español en referencia a su homólogo británico. La gestora, impuesta por Susana Díaz y a cargo del presidente de Asturias, hará todo lo posible por retrasar la celebración del Congreso Federal, al menos, hasta que se atisbe cuál va ser la estrategia del partido después de haber entregado a Rajoy la presidencia del Gobierno y se empiecen a vislumbrar quiénes son los protagonistas de la nueva etapa socialista.
Ahora, el partido carece de líderes -a la vista-, de discurso ideológico -no hay más que escuchar a su portavoz parlamentario- y de estrategia -el presidente de la gestora bastante tiene con presidir Asturias como para tener que cuidar los equilibrios entre las distintas facciones que campan ahora por Ferraz-.
Refundar un partido socialista
Sánchez se propone «refundar un Partido Socialista autónomo y alejado del PP, un PSOE abierto y unido. Donde la militancia haga valer su voz«. Le avala haber sido el primer secretario general de una organización con 137 años de historia elegido en primarias en julio de 2014. Y le ayudará en esta fase, el desgaste que sufrirá el grupo parlamentario por su apoyo a Rajoy y las luchas internas entre quienes ven ya una oportunidad en la quiebra socialista para alcanzar la ansiada secretaría general.
En ese grupo están Eduardo Madina -derrotado por Sánchez en las primarias-, sin descartar la reaparición de Carme Chacón -ahora en una prestigiosa firma de abogados, pero sin perder ripio de los movimientos en el PSOE- ni la apuesta por nuevas figuras como Ignacio Urquizu -experto en demoscopia, de 38 años- o la de consagradas figuras como Díaz. Todos, bajo la atenta vigilancia de la vieja guardia, que ha colocado sus piezas en Ferraz y en el grupo parlamentario, lo que no garantiza estabilidad ni entendimiento en el aparato. Hay que sumar a ello el regreso de habituales cocineros como José Blanco o Elena Valenciano que tras su paso en retirada por Bruselas han vuelto a la primera fila de las bambalinas.
En principio, tiene al Partido Socialista de Catalunya (PSC), enfrentado a la dirección federal por su apoyo al PP y por su alejamiento de la sensibilidad catalana. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ha sido uno de los principales valedores del «no es no» que acabó con la secretaría general de Sánchez y ha renovado recientemente su mandato en las primarias catalanas. Tiene como escolta a Meritxell Batet.
El PSC tiene la palabra
Batet fue número dos en las listas por Madrid en 2015 con Sánchez como número uno; en junio del 2016 encabezó las listas del PSC en las elecciones catalanas y ha sido secretaria de Estudios y Programas en la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE hasta el golpe de mano inducido por Felipe y encabezado por Susana Díaz del pasado 1 de octubre. Tras coordinar los trabajos para la elaboración del programa electoral del PSOE, con el apoyo de expertos afiliados, simpatizantes e independientes nacionales e internacionales, estuvo al frente del equipo negociador con Ciudadanos y Podemos.
La deriva que lleven las relaciones PSOE-PSC a partir de ahora van a estar muy condicionadas por las excelentes relaciones que ha establecido Iceta con la nueva izquierda de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y abren un horizonte amplio en lo que respecta a esa refundación de «un Partido Socialista» a la que se ha referido Sánchez.
En la cúpula del partido Sánchez goza de simpatías como la de Patxi López, que llegó a presidir el Congreso cuando su carrera institucional estaba terminada, gracias a la habilidad negociadora de Sánchez. Pero también le han dado la espalda figuras que están de vuelta como Blanco y Valenciano, que tras su paso por el europarlamento en retirada, han vuelto a las bambalinas. No habrá facilidades, en todo caso, para sus movimientos en las regiones.
Los `chicos de Blanco´
Sánchez, que fuera uno de los apadrinados del exministro y exsecretario de Organización del PSOE, ha sido repudiado por quien le aupó frente a Madina, y ha tenido que sufrir la humillación de ver como otro de los chicos de Blanco, Antonio Hernando, se mantenía en primera línea tras virar del «no es no» a Rajoy a la abstención que le dio ayer la presidencia. Hernando ya ha barrido del grupo a quienes tenían vínculos con Sánchez y habrá que ver qué sanción se llevan los 15 diputados que votaron «no» a la investidura de Rajoy en contra de la decisión del Comité Federal.
En primera línea del frente Sánchez va a tener tener a la federación andaluza, granero de votos y de la militancia del PSOE. La encabeza la eterna promesa Susana Díaz, que llegó a la presidencia de la Comunidad Autónoma gracias al dedazo de otros dos históricos del partido, Chávez y Griñán, y a la que fuera de Andalucía no se le reconoce más mérito que la perpetuidad del Gobierno socialista en la región desde 1978. Su guardia pretoriana estará formada por los barones de Extremadura (Guillermo Ferández-Vara), Castilla-La Mancha (Emiliano García-Page, un delfín de otro representante de la vieja guardia como José Bono), Valencia (Ximo Puig), Asturias (Javier Fernández) Y Aragón (Javier Lambán), quienes precisamente gobiernan gracias al vuelco electoral que articuló Pedro Sánchez tras el batacazo autonómico y municipal de Zapateroen 2011.
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