Y ahora, la pregunta del millón: ¿es verdad lo que se viene diciendo en los foros de la disidencia contra el sistema de que España o ha despertado, o está despertando?
Por Laureano Benítez.
– En la terminología al uso, al fenómeno mediante el cual se descubre la verdad se le suele llamar “despertar”, lo cual viene a significar en su viceversa que la mentira viene a ser como un sueño, como una pesadilla que nos arrastra con sus tentáculos pegajosos hasta que un día, en un determinado momento, un rayo de luz viene a sacudirnos de la modorra, de la hibernación, como las marmotas que salen de sus madrigueras para descubrir si ha venido la primavera.
Esta metáfora del despertar es muy utilizada en la filosofía oriental para describir el fenómeno mediante el cual se llega a la iluminación, es decir, a la percepción contundente de nuestra verdadera esencia, y de la verdadera naturaleza del universo. Su nombre en sánscrito es “Samadhi”.
Y ahora, la pregunta del millón: ¿es verdad lo que se viene diciendo en los foros de la disidencia contra el sistema de que España o ha despertado, o está despertando? En primer lugar, habría que preguntarse a qué está despertando, y de qué lo está haciendo.
¿Cuál es la pesadilla, el mal sueño, el terror nocturno del que nuestro pueblo está supuestamente despertando? España entró en una madriguera tenebrosa, ingresó en la UVI el día 6 de diciembre de 1978, cuando se aprobó la “Constituta”, legajo esperpéntico en cuya ambigüedad cabían todos los disparates que se han consumado en nuestra patria bajo el ropaje de una presunta “democracia”, cuando la realidad es que España, como el emperador de la historia esa, iba desnuda, todo lo más pintarrajeada como una ramera de feria. De este sueño España todavía no ha despertado, pues la gran mayoría de los españoles creen firmemente que todavía viven en una democracia, en un estado de derecho que vela por la defensa de nuestras libertades.
Tampoco España ha despertado a la realidad de que la gran mayoría de los procesos electorales que han tenido lugar durante el régimen de 78 han sido fraudulentos, viles pucherazos, antológicas tomaduras de pelo, grotescos tocomochos.
¿Se puede decir que España ha despertado del sueño contumaz de creer que las elecciones sirven para algo, tomando conciencia de que los partidos políticos conspiran para el latrocinio y el control de los ciudadanos, obedeciendo directrices de las élites luciferinas que nos gobiernan en la sombra? ¿Cómo se puede afirmar esto de un pueblo del cual una parte no desdeñable sigue votando al socialismo, cuando éste ha sido responsable del horror del frente popular del 36, del funesto Terror Rojo que masacró la España conservadora y provocó la Guerra Civil?
En cuanto a la monarquía, que vino en coyunda con el Régimen del 78, es cierto que el pueblo español está comenzando a despertar, ya que el sector de la población que apoyaba el borbonismo está desertando rápidamente de su monarquismo, al comprobar que Tancredo VI no está haciendo nada por defender la unidad de la patria ni el estado de derecho, aun a sabiendas de que su inacción está conduciendo España a su desmembración. Pero este supuesto despertar se ha producido solamente en una pequeña parte de los españoles, ya que los que llevamos años en la disidencia contra este putrefacto régimen hacía bastante tiempo que habíamos vomitado fuera de nosotros cualquier atisbo monárquico borbónico. Con todo, esta desafección por la monarquía sí es un verdadero despertar.
Sin embargo, esta malquerencia por los Borbones no se está manifestando todavía con mucha intensidad en lo que se refiere a la Unión Europea, ya que todavía hay crédulos que esperan que la luciferina UE nos apoye en nuestra lucha contra el devastador sanchismo. El fenómeno se está produciendo, sin duda, pero a un ritmo insuficiente.
En cuanto a las UIP, las fuerzas policiales garantes del orden público, en este campo los despertares sí se están produciendo con efervescencia, pero este fenómeno no es nada difícil, viendo su comportamiento en Ferraz.
Los españoles han comulgado con demasiadas ruedas de molino, se han tragado todos los sapos, han sido carne de cañón en todos los burladeros, han sido bufones esperpénticos en las cortes del “Señor de las Moscas”, aguantando sin rechistar las embestidas de los cornúpetas del Tártaro, de mentirosos compulsivos, de innumerables chaqueteros, de traidores cósmicos, y ahora decimos que hemos despertado porque hay un centenar de personas rezando el rosario en Ferraz, y porque de vez en cuando se echan cientos de miles de manifestantes a la calle, para luego seguir con sus rituales globalistas de pagar digitalmente, llamar trastornados a los que denunciamos las estelas químicas, salir corriendo de los que les reprochamos su afán vakunati, encajar sin mover un músculo la feroz corrupción de sus hijos en los antros de enseñanza, la colosal inmigración ilegal, y un larguísimo etcétera.
Es cierto que se vislumbran brotes verdes, que cada vez hay más españolitos que sospechan que algo huele a podrido en Españamarca, que cada vez se suman más españoles a los aullidos lobunos de los patriotas, que las banderas sin el escudo constitucional empiezan a ondear en calles y plazas, que el rosario resuena con su murmullo celestial por muchas ciudades de España, pero, amigos míos, mientras el hambre no nos dé feroces cornadas, me temo que los españolitos seguiremos terraceando y cantando goles, esperando que las cosas se resuelvan solas, haciendo honor a las consignas del “vuelva usted mañana” de Larra, porque tenemos la costumbre ancestral de esperar hasta el último momento, cuando la situación ya es tan desesperada que sólo cabe el levantamiento.
Hemos llegado hasta el abismo de la destrucción de la patria y de la supresión de las libertades y derechos por la modorra de la comodidad, por la inacción de la cobardía, por la somnolencia de la ignorancia, y de esta actitud han venido estos lodos que amenazan nuestra Patria. Es cierto que somos el pueblo más castigado por el globalismo, ya que las élites satanicas siguen teniendo miedo de un pueblo que ha protagonizado hazañas inverosímiles en el pasado, y del que las profecías afirman que volverá a protagonizarlas en el futuro, justamente poniéndose a la vanguardia del combate contra la dictadura de la Agenda 2030.
Es cierto que igual nos han echado algo en el café o la cerveza para castrarnos, que han venido contra nosotros con sus mejores pretorianos, que nos hemos creído todos los cuentos de la democracia, que nos han dado gato por liebre, que nos han vendido sus crecepelos con éxito, que hemos vivido durante casi 50 años en un trampantojo grotesco, en un circo demencial que ha hecho pasar las calabazas por carrozas, las brujas por princesas, los perroflautas por emperadores, la ruina por progreso, pero eso no es excusa para que un pueblo como el español, catalogado siempre como heroico, gallardo y valeroso, esté todavía apenas despertándose de un mal sueño, bostezando a lo Machado con la cabeza semivacía, sometido a la España Jacobina-bolchevique que nos ha helado el corazón y succionado la testosterona, convirtiéndola en Adrenocromo para sus orgías en Monte Pelado.
Es cierto que suenan trompetas lejanas, que ondean la banderas, pero esto se debe a que la España que estaba ya despierta desde hace tiempo ha salido la calle, está empezando a mayear como en aquel lejano 1808, pero que los españoles despiertos salgan a la calle y alcen la voz no quiere decir que el resto de nuestro pueblo esté en la misma onda. El enfermo terminal empieza a comprender que puede vivir sin los cables que le mantenían atado al Régimen del 78, que puede dejar de ser un escarabajo kafkiano y recuperar su dignidad como pueblo.
Sin embargo, lo que da más motivos para la esperanza y para los augurios de victoria es que esta resistencia que está recién comenzando se está revistiendo de un aura espiritual, acrisolada en los rosarios que cada vez se ven más como el principal arma que tenemos para esta batalla espiritual.
Este sí que es el auténtico despertar de nuestra Patria, el volver a sus orígenes, a su esencia católica, pues solamente desde la recuperación de nuestro ancestral catolicismo podemos vencer al abismo diabólico que se abre ante nosotros.
Y sólo desde aquí venceremos, porque ¿Quién como Dios?
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