Los catalanes no se resignan a que el nacionalismo se cargue su tierra.
Un cop més. Sin llamadas de TV3, sin despachos que lo organicen, sin dinero. Són els catalans de sempre, els indomables que van aixecar Espanya, los que no salen por la tele porque son normales, los que se levantan por la mañana pensando en hacer felices a su familia, los que trabajan duro para mejorar su tierra.

Hoy se han hartado. El nacionalismo fanático ha roto nuestra vida social, ha desertizado por muchos años nuestra economía y ahora quiere arrebatarnos nuestra identidad. Sí, lo pararán las leyes. Pero antes lo frenaremos nosotros en la calle, en el despacho, en la escalera de vecinos, donde haga falta. Con buen humor pero con firmeza. Porque nadie puede destrozar nuestra vida en común y pretender que traguemos. A la calle, dolços.
Dolça i rebel.lada Catalunya…

