davidjimenezblog

La crisis se está alargando tanto que corremos el riesgo de olvidar que empezó como una estafa. Sus perpetradores cuentan con que, pasado el shock inicial, repetidas con suficiente asiduidad y consistencia las tropelías, todo nos termina pareciendo de lo más normal. Es uno de los méritos de la casta política: haber hecho bueno el verso de Riechmann que Antonio Lucas rescataba el otro día: “Ya casi no podemos distinguir entre lo que nos acaricia y lo que nos aplasta”.

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