La fallida investidura de Pedro Sánchez dejó, por otra parte, discursos aterradores de los diferentes líderes políticos de izquierda. Gabriel Rufián apeló al «ADN» derrotista de la izquierda, mientras que Santiago Abascal hizo un repaso histórico de la Segunda República en su afán por criticar la Ley de Memoria Histórica.
«Un diputado comunista ha dicho que bajaríamos con las pistolas a esta tribuna y lo ha hecho instantes después de reivindicar a Indalecio Prieto, que en 1934 sacó una pistola en este hemiciclo y amenazó al diputado Jaime Oriol. Como siempre la doble vara de medir», comentó Abascal en el Congreso de los Diputados.

Prieto, con sombrero y abrigo oscuro durante una manifestación por la lucha de clases celebrada en México.
El día que Indalecio Prieto sacó la pistola en el Congreso (y no fue como lo contó Abascal)
El 4 de julio de 1934 una reyerta política terminó con el diputado apuntando su arma al representante de la CEDA Jaime Oriol
«Un diputado comunista ha dicho que bajaríamos con las pistolas a esta tribuna y lo ha hecho instantes después de reivindicar a Indalecio Prieto, que en 1934 sacó una pistola en este hemiciclo y amenazó al diputado Jaime Oriol. Como siempre la doble vara de medir», comentó Abascal en el Congreso de los Diputados.
El político se refería al terrible suceso que tuvo lugar el 4 de julio de 1934, tres meses antes de la Revolución de 1934, y que ya presagiaba la cuesta abajo hacia la fratricida guerra civil a que se deslizaban nuestros abuelos. España vivía una época gobernada por la CEDA, coalición de derechas que derrotó a la izquierda y a los socialistas en las urnas en unas elecciones donde la mujer podía votar por primera vez, gracias a las fuerzas republicanas de de derechas y con la oposición de los socialistas. Bien era sabido que la tensión política no solo se manifestaba en las calles, también era evidente entre los políticos en el Congreso de los Diputados.
Paradójicamente, aquel 4 de julio se debatió acerca de la situación de Cataluña —tal y como sucedió en la sesión de investidura—. La riña política llegó a su clímax cuando, tras la intervención de José María Gil-Robles, el diputado de la CEDA Jaime Oriol de la Puerta se abalanzó sobre el socialista Juan Tirado Figueroa propinándole un puñetazo, en respuesta a algo ofensivo dicho por este. De esta manera, varios diputados socialistas, entre ellos Juan Negrín, se echaron encima de Oriol. Fue entonces cuando Indalecio Prieto sacó una pistola y llegó a amartillar y a apuntar a Jaime Oriol, quien se encontraba fuera de su escaño. Ante el escenario violento e inimaginable en democracia que se había montado, se suspendió la sesión por unos minutos.
«No es lícito, señores diputados, que en presencia de tantas contrariedades, de tantas miserias, de tantas amarguras, de tantas dificultades como tienen los españoles fuera de aquí, nosotros les ofrezcamos el ejemplo, no de nuestra abnegación y sacrificio, sino el bien lamentable de nuestrasde nuestras querellas y nuestros pugilatos personales», declaró el presidente de la República una vez reanudada la sesión. Además, comentó que si algo tenían en común la izquierda y la derecha en la cámara era su «amor por España«.
En respuesta a estas palabras, Manuel Muñoz Martínez, perteneciente al Partido Republicano Radical Socialista, contestó que si todos sintieran la República no ocurrirían altercados de tal magnitud: «Esto no es más que la negación de los sentimientos republicanos». Ya hay que tener cara para justificar así los socialistas su despliegue extremo de violencia con armas amartilladas apuntando a otro diputado.
El infame Prieto alegó la falsedad de que a él lo habían apuntado primero con otra pistola, pero lo cierto es que esa otra pistola nunca apareció ni nadie tenía constancia de ella.
Oriol de la Puerta, que había pedido la palabra, exigió que si el relato de Prieto era cierto identificara al diputado que había sacado la pistola previamente. Asimismo, consideró que no había razón «para que el señor Prieto, ni ningún otro diputado» usaran armas. «Es absolutamente intolerable que estemos deliberando en una cámara bajo la amenaza y la presión de unos señores que pretenden, cuando no tienen razones, emplear esa clase de argumentos«.
Fte: El Español