1.-Las encuestas del CIS venían pronosticando desde muchos meses antes de los comicios unos resultados que coinciden exactamente con los que se produjeron el 28-A, lo que permite sospechar que en realidad estaban anunciando lo que estaba prefabricado que saliera, con el fin de hacer creíbles los escandalosos resultados a favor de la izquierda y los separatistas.
2.- Mientras que la mayoría de las encuestas han fallado más de la cuenta últimamente -pues en el 2016 fallaron estrepitosamente, y también fallaron las andaluzas-, en esta ocasión han clavado los resultados.
4.- Ningún medio de comunicación -todos adictos al sistema- ha hecho mención de las grandes probabilidades de que España haya sido víctima de un fraude electoral.
10.- En estas elecciones ha habido aproximadamente 2.200.000 votos más que en las de 2016, con la pasmosa particularidad de que, de esa cantidad, ¡solamente fueron a parar a los partidos de centro-derecha poco más de 42.000!, como se puede demostrar comparando el total de votos que obtuvieron en 2016 y 2019. Por el contrario, el PSOE se llevó casi un millón más de esos votos, y los partidos regionalistas y separatistas se adjudicaron una cifra parecida.
11.-Junto a la desaparición de esos dos millones de personas, otro hecho alarmante es la exagerada cantidad de votos nulos, unos 260.000 -40.000 en Valencia y casi 50.000 en Canarias-, nulidad que ha afectado -como no podía ser menos, a VOX-, y el hecho de que, con 580.000 votos más, la derecha ha tenido 18 escaños menos.
12.- Muchas sospechas del pucherazo recaen sobre el voto por correo, el más manipulable. En efecto, comparando los parámetros de las elecciones de 2016 y 2019, se puede apreciar con toda claridad que la suma de votos que perdió el PP se corresponde casi exactamente con los votos que ganaron Cs y VOX. En cuanto a la izquierda, los votos que perdió Podemos se pueden transferir al PSOE, pero con la salvedad de que, aun así,
los socialistas tienen todavía un extra de 741.000 votos por correo que no se sabe de dónde han salido.
12.- Las sospechas apuntan al voto por correo, estipulado en 1.200.000 votos en los comicios del 28-A, de los cuales 741.000 fueron al PSOE. Impresionante, ya que, si su porcentaje final fue poco más del 28 por ciento de los votos, ése es el porcentaje más creíble que podían haber obtenido del voto por correo, en vez del apabullante 65% que consiguieron.
13.- El procedimiento tecnológico para falsear lo resultados fue la introducción en el código fuente del programa informático encargado del recuento de votos y adjudicación de los escaños de un algoritmo que alteró flagrantemente los resultados finales, el cual estableció una secuencia de instrucciones para que el resultado final se ajustase a lo establecido de antemano por los manipuladores.
14.- La prueba matemática de ese algoritmo se demuestra por la existencia de un conjunto de «casualidades» cuya existencia es imposible que se deba al azar: la suma de los dígitos de los escaños de cada partido da siempre 6 (excepto Ciudadanos, pero: 57 = 5+7 = 12= 6+6); todos los dígitos son múltiplos de 3 (probabilidad del 0,137%); las sumas de los votos de algunos partidos dan como resultado la cifra de escaños de otro (PP + Ciudadanos = PSOE, Unidas Podemos + Vox = PP, Unidas Podemos + ERC = Ciudadanos). Estas coincidencias matemáticas son totalmente imposibles.