Cumbre de socialistas críticos en el Ateneo de Madrid. La presentación del último libro de Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno y mano derecha de Felipe González en el PSOE que salió de Suresnes, congregará a gran parte de los dirigentes del PSOE que han mostrado reparos a la estrategia de la actual dirección del partido y sus alianzas con nacionalistas e independentistas vascos y catalanes. El sevillano estará arropado por su compañero y viejo amigo, ya que el expresidente del Gobierno será quien le presente en un acto que se prevé multitudinario. Será la segunda ocasión en la que se les vea juntos en las últimas semanas, después de que González recibiese hace unos días un premio en Sevilla que generó una expectación similar.
El mítico despacho de abogados laboralistas de la sevillana calle Capitán Vigueras. Allí fraguó el clan de sevillanos que se hizo con el control del partido después del congreso que se celebró en las afueras de París en 1973. Hay que recordar que González se hizo con la Secretaría General, en parte, por la renuncia de Nicolás Redondo Urbieta, padre del dirigente del mismo nombre que ha sido recientemente expulsado del PSOE por su acercamiento al PP y que ha generado otra ola de críticas entre ese viejo PSOE que no comulga con las tesis de Sánchez.
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Guerra siempre ha formado parte del ala más jacobina del PSOE frente a otra más autonomista y cercana al federalismo. El irreductible socialista de los de siempre contrarresta abiertamente la apuesta de Ferraz por potenciar la destrucción de España, acelerada por la necesidad de los socialistas de atraerse hacia ellos a los nacionalistas vascos y catalanes, necesarios para una hipotética investidura de Sánchez. Guerra siempre se ha mostrado reacio a estas alianzas y en las últimas fechas se ha mostrado partidario de un acuerdo puntual entre PP y PSOE para sacar de la ecuación a los nacionalistas. Su argumento es que los dos grandes partidos suman el 73% de los apoyos en el Congreso frente al 6% de los nacionalistas, aunque asegura que no está a favor de una suerte de gran coalición a la alemana.
Guerra ha reclamado un acuerdo puntual entre PP y PSOE
La asistencia a este tipo de actos está siendo casi más elocuente que los discursos que los distintos protagonistas, aunque Guerra es precisamente quien más claro se ha expresado. «La aministía es una condena a la Constitución del 78», dijo en una entrevista en Cope hace un par de semanas en la que explicó a Carlos Herrera que el libro que se presenta este miércoles es la transcripción de un documental basado en una entrevista a este histórico socialista. Hace casi un año, Guerra explicó el primer choque con Sánchez, aunque su disidencia se remonta a las primarias en las que el actual presidente del Gobierno derrotó a Susana Díaz. El sevillano iba con su paisana en esa pugna, igual que la mayoría del aparato socialista, en el que también estaba Felipe González.
Ese primer choque se originó después de que Guerra no fuera invitado al acto en Sevilla para conmemorar los 40 años de la primera victoria socialista, en octubre de 2022. Casi un año después, la aritmética que ha salido del 23 de julio ha provocado una alianza de veteranos socialistas, con exministros de González y algunos de José Luis Rodríguez Zapatero. Y también algunos de esos barones críticos que encarna García-Page. En Ferraz el mensaje es claro. La amnistía todavía no ha tomado forma, aunque es una exigencia de Junts y ERC, y no habrá respuesta oficial hasta que Sánchez sea candidato, algo que solo ocurrirá si, como parece, Alberto Núñez Feijóo no sale elegido después del debate de investidura de los días 26 y 27 de septiembre.
Eso acabó ocurriendo por una movilización social sin precedentes y un arreglo entre UCD y el Partido Andalucista. Y el pergeñador de ese acuerdo, Alejandro Rojas Marcos, ahora arropa a Juanma Moreno en su defensa del autogobierno andaluz. No es casualidad que el presidente de la Junta y líder del PP en la comunidad estuviese con Felipe González en el acto de la pasada semana en Sevilla. Otro ingrediente más para alimentar esta corriente crítica con Sánchez protagonizada por los dos principales referentes del PSOE entre los años 70 y mediados de los 90. Dos gigantes contra un enano que se cree un dios.
Fuente: El Confidencial